EL ARGUMENTO EN POCAS LÍNEAS…
Si algún lector ha disfrutado de una beca Erasmus reconocerá algunas de las situaciones y experiencias que se narran en la páginas de este libro. Si aún no ha salido de su país, se le recomienda encarecidamente que aproveche cualquier oportunidad (lúdica o académica) para hacerlo.
LES GUSTARÁ A LOS QUE…
-Disfrutan con el lenguaje y la ironía. La lectura resulta muy divertida precisamente por el uso sarcástico del lenguaje que hace la autora.
-Sienten curiosidad e interés por la cultura, costumbres y modos de vida de la sociedad nipona contemporánea.
-Les apetece una historia de amor fresca, juvenil, divertida, sin complicaciones ni situaciones trágicas. El amor, en este relato, funciona como un rito iniciático que además de contribuir a la “educación sentimental” de sus protagonistas, posibilita su acceso definitivo a la vida adulta.
EL LIBRO COMIENZA ASÍ…
Aquella misma noche, sonó el teléfono. Quedamos para el día siguiente, en un café de Omote-Sando. No entendí su nombre, él tampoco el mío. Después de colgar, me di cuenta de que no sabía cómo lo reconocería, él tampoco a mí. Y como no se me había ocurrido pedirle su número, ya no tenía remedio. “Quizás vuelva a llamarme para aclararlo”, pensé.
No volvió a llamarme. La voz me había parecido joven. Tampoco era un dato muy significativo. En 1989, no eran precisamente jóvenes lo que faltaba en Tokio. Y menos en un café de Omote-Sando, el 26 de enero, hacia las tres de la tarde.
Yo no era, ni mucho menos, la única extranjera. Él, sin embargo, se dirigió sin dudarlo hacia mí.
-¿Es usted la profesora de francés?
-¿Cómo lo sabe?
Se encogió de hombros. Tomó asiento, muy envarado y permaneció callado. Comprendí que la profesora era yo y que me correspondía a mí ocuparme de él. Le hice algunas preguntas y me enteré de que tenía veinte años, que se llamaba Rinri y que estudiaba francés en la universidad. Él se enteró de que yo tenía veintiún años, que me llamaba Amélie y que estudiaba japonés. No entendió cuál era mi nacionalidad. Ya estaba acostumbrada.
-A partir de ahora, queda prohibido hablar en inglés entre nosotros –dije.
Conversé en francés con el fin de averiguar su nivel: resultó ser desesperante. Lo más grave era su pronunciación: si no hubiera sabido que Rinri me estaba hablando en francés, podría haberlo confundido con un pésimo principiante de chino. Su vocabulario era desalentador, su sintaxis reproducía defectuosamente la del inglés, que parecía tomar como absurda referencia. No obstante, estaba cursando tercero de francés en la universidad. Eso me confirmó el fracaso absoluto de la enseñanza de idiomas en Japón. Llevado a esos extremos, aquello ya no podía calificarse de insularidad.
El joven debía de ser consciente de la situación, ya que no tardó en excusarse y, a continuación, en callarse. No podía admitir aquel fracaso, así que intenté que hablara de nuevo. En vano. Mantenía la boca cerrada como si quisiera esconder unos dientes poco agraciados. Estábamos en un callejón sin salida. (…)
ALGUNAS CRÍTICAS…
(…)
Reconoce que es el libro que más ha tardado en ver la luz. "La felicidad es una experiencia que necesita cierta digestión, y ésta ha sido una digestión muy larga", ha confesado (…).
-EFE (03/03/2009)
(…) El encanto del Japón que nos explica Nothomb en sus novelas radica en el amor y la perplejidad a partes iguales con que ella lo observa. La suya es la mirada de una occidental, y por tanto realza aspectos que a nosotros nos pueden resultar chocantes o divertidos, con absoluto conocimiento. Pero, a la vez, es también la mirada de alguien profundamente enamorado de la cultura nipona, de su gente, de sus costumbres, y por tanto amable con ella. Hay extrañeza, pero jamás desprecio. La perplejidad está moderada por la admiración. Eso es lo que convierte su mirada en única y en irresistible (…).
-La tormenta en un vaso (12/02/2009)
PARA SABER MÁS…
Para practicar tu francés: existe un foro dedicado a la escritora.
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